El espejo.

Mi tristeza a terminado por doblegar mi ser, y en el espejo encontré un rostro que conmigo nada tiene que ver. Si mis lágrimas hablaran dirían que son de cristal, que al tocar mis mejillas en polvo se convertirían. Ni mi reflejo sigue igual, todo ha cambiado y mis ojos ya no brillan sobre el marco de mi mirada. Mi alma está apagada, consumida, rota y destrozada por las espinas de la vida. Mi dolor es insufrible, arrogante y despiadado, y mi sombra se estremese cuando empiezo a recordar. No pensaba en nada, sólo en recorrer con la tinta de mis labios tu cara. No había silencio absoluto, mi corazón no dejaba de latir, pero mi sonrisa había muerto. Y de mi pasado que ha quedado, sólo el vago espectro de mi soledad. Y el espejo seguía ahí...ocultando mis temores, mostrando mi debilidad, llevándose mi vida a una eterna oscuridad.